El rol de las personas trabajadoras comunitarias que laboran en organizaciones de la sociedad civil (OSC) ha sido considerado como un elemento clave para alcanzar varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluidos la cobertura universal de servicios de salud, la educación, el trabajo, la justicia, la atención y prevención de las violencias de género, la reducción de las desigualdades y la promoción de los derechos humanos.
Entre las labores regulares de les trabajadores comunitaries se encuentran la educación comunitaria, la provisión de servicios, las referencias a programas especializados, la abogacía y movilización social, el seguimiento a las políticas públicas, el fortalecimiento de la identidad cultural, la respuesta a situaciones de emergencia y el trabajo con poblaciones vulnerables.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 8% de la tasa global de trastornos depresivos se relaciona actualmente con riesgos ocupacionales.
Muchas personas trabajadoras en contextos humanitarios o alta vulnerabilidad social están expuestas a situaciones nocivas y a una amplia variedad de factores determinantes de estrés que afectan a su salud como resultado de la labor que desempeñan.
La salud mental es un tema tabú, por lo que es poco frecuente hablar de la propia salud mental en el ámbito laboral y/o establecer los
mecanismos idóneos para prevenir, abordar y tratar estos problemas y promover un entorno laboral saludable. Los problemas de salud mental entre el personal que trabaja con poblaciones en condiciones de vulnerabilidad pueden estar asociados a múltiples factores individuales, familiares, laborales, comunitarios y de la sociedad en su conjunto.